El hartazgo

Basta. No lo soporto más. Necesito que lo quiten ya mismo de ahí. Ese ruido me está taladrando la cabeza. Por favor, basta. Años y años escuchando ese dolor, ese maldito dolor. Sus retorcidas miserias, sus elegías, su abandono. Que se vaya ya mismo de aquí y que no vuelva nunca más. Ni siquiera a pedir auxilio, a desvestir nuestros problemas. Podemos arreglarnos muy bien con esta soledad que abunda, y que carcome nuestros huesos. Necesito que le digan que su mentira nos envenena, nos corroe, nos aliena. Díganle que su aniquilada locura, está matándonos lentamente. Díganle que se borre con la aurora, que se vaya con la oscura luz de la noche, y se pierda en el silencio de los enemigos, absorto, infeliz, desdichado, tal cual nos ha dejado a nosotros, tal cual nos ha dejado como especie y como sobrevivientes de este dolor. Su herida duele más por su boca que por sus vestiduras, su herida es la sal en la sangre de la historia. Quisiera que lo viertan en odio y se destruya en ese mar de lágrimas, como deberían haberlo hecho con sus amigos, o con los que cree que son sus amigos. Fíjense bien como habla, como intenta explicar las mentiras, como evita hablar de nuestros daños, como intenta eternizar sus pensamientos. Fíjense como será de malvado, que no detenta sentimientos sobre aquellos que daña. Ni siquiera escucha nuestras súplicas, tal como un emperador de lo absoluto.
Han intentado derribar las barreras de sus palacios, y aun así usa la fuerza para detenernos. Nos abandona, nos oculta, somos el descarte de sus ideas, los errores en sus gráficos y sus números, somos el deseo de su sentimiento perverso y alienado. Nos odia mientras observa el sol y bebe el licor más caro, mientras come las más exquisitas comidas, mientras el hambre nos devora. Nos odia con el odio más recóndito y profundo. Nos odia vertiéndonos el ácido de sus miserias. Si pudiera, nos odiaría mucho más de lo que lo ha hecho hasta ahora. Su odio permea nuestra vida, y quedamos atrapados en su maldito dilema del desahucio. Es un creador de odio, con cada idea, con cada solución, con cada problema.
Por favor, quítenlo del lugar en que lo han puesto, y reaccionen. Está totalmente desquiciado. Han creado un monstruo. Lo han hecho a imagen y semejanza de ustedes: los dueños de la vida. Han creado un Frankenstein y han vendido sus malditas miserias, sus dolores y aberraciones. Han vendido un monstruo que fue mutando lentamente, igual que ustedes, que nunca observan esta vida, que nunca ven nuestras proclamas, que están felices en su mundo de fantasía, rodeados de enormes barreras de concreto y esmerilados carmesíes. Están ciegos de poder y odio, tal cual el monstruo que han creado. Están ciegos, y en su mundo de fantasía precisan a ese monstruo, a sus ideas, y a su estrafalaria conducta.
El monstruo sigue vivo, comiendo de las sobras de sus risas, creando en tinta brotes de psicosis, enumerando falsas reglas, estableciendo el control de la conciencia. Está marcando territorio, y va a condenarnos a las peores atrocidades.
Hay algunas personas que no recuerdan lo que hemos vivido, que piensan que el dolor es necesario, que la sumisión es precisa, que abogan por un futuro pleno, luego de un presente magro y misterioso. Están equivocadas, viviendo una fantasía impostada. Son carencias vestidas de locura, alimentadas por el mismo monstruo.
El mañana está esperando latente que todo se termine, mientras el monstruo duerme tranquilo, en los palacios de la abundancia.

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