La extensa noche


Manifestóse lágrima, sin sobresaltos, en la penumbra, en el ocaso, en el letargo del vidrio olvidado de la casa, en la pasividad de la grandilocuencia, de lo inerte, de lo inverosímil. Fue lágrima durante todo el día, y durante toda la noche, casi al borde de desaparecer, mientras el sol intenso del verano intentaba derretirla. Fue llanto, perpetuo, profundo, colapso. Fue intensamente llanto y nostalgia, luego descenso, caída, cataclismo. Fue llanto exasperante, llanto cándido y cruel, llanto arrebatador de vanidades. Fue llanto extremo y tenso que sucumbe a nuestras voces, llanto de la intensidad de atroces clepsidras de dolor, llanto que la lágrima desvanece, llanto que el calor del verano oculta, llanto entristecedor de multitudes. Fue entonces, que luego del extenso letargo, comenzó el letal invierno, que puso comienzo al fin en el poniente, detrás de las rocas cantábricas, detrás del oasis de alegría. Fue entonces que comenzó la amplia noche, extensa y esquiva, final del sueño de millones, que perpetuó a designio al inocente, y que culminó con la felicidad del carnaval, de las fiestas, de lo nuevo. Fue entonces, que dolor y premura nunca estuvieron más cerca, en aquel instante en el tiempo.

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