El Tigre de Fuego

Conocí a una persona, que me contaba que, a su madre, le gustaban mucho los productos butaneses, y los coleccionaba en cantidad. Un día, me invitó a su casa, y pude observar una enorme cantidad de productos regados por todas partes. Aquel día, en la puerta trasera de su casa, varias personas estaban celebrando alguna festividad familiar.
Empezaron con un pequeño ritual, y rápidamente, un inmenso dragón apareció en el aire. Los dos (y alguien más) nos ubicamos alrededor de un círculo dorado que había en el piso, y observamos todo (sin entrar al mismo), mientras se dibujaban varias figuras en el aire.
Lentamente, una historia comenzó a explicarse en mi cabeza. Hubo alguna vez un enfrentamiento entre dos familias. Una de ellas, tenía la protección del Tigre de Fuego, el cual quedó encerrado, por una maldición, en una estatua de piedra.
De repente, una estatua se rompió en el patio de la casa, y un tigre apareció en el aire. Luego, ingresó a la casa rompiendo el cristal de una de las ventanas. Brevemente, se cubrió de un color brillante, como si su piel fuera de fuego. En el patio, otra familia apareció, y comenzaron a tocar unos cuencos tibetanos de color crema con los bordes en dorado, y varias inscripciones labradas en el centro. Empezaron a repetir varias frases, mientras tocaban los cuencos, intentando agrandar una burbuja energética que permitiera que el tigre se cubriera de ella. Deseaban mantener el hechizo, y que el tigre no se liberara más de aquella maldición.
Ella y yo subimos al Tigre de Fuego e intentamos que no acceda a la burbuja. Los cantos y el sonido de los cuencos eran cada vez más intensos, y la burbuja energética comenzaba a hacerse más grande. De repente, el tigre empezó a brillar con su propio fuego, y decidió meterse con nosotros en la burbuja. Dentro de aquel lugar, se continuaban escuchando las palabras y el ruido de los cuencos, pero ya no se percibían en español. Ella me dijo que era butanés. Por las paredes cristalinas de la burbuja, se podía observar la casa y el ritual en el patio. Algo me dijo que pertenecía a la familia del Tigre. Luego, la burbuja se rompió y caímos. El Tigre se liberó del hechizo, y la familia con los cuencos es esfumó en el aire.
Así, otra historia más se escribió en los libros del mañana, y una nueva bandera de color apareció en Paro Taktsang.

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