El mundo insular

<<Etapas, son muchas etapas>> decía Atwel <<y las mejores fueron en los años de la infancia. Son miles de etapas cubiertas de musarañas, tejidos agrios, y condimentos que encontramos en los árboles, y no debemos olvidarlas>> Sin embargo, Atwel ya no recordaba las semillas que había plantado ayer, ni el banano que iría a crecer mañana, ni quien lo dejó allí cubierto de fango, destrozado por los vientos ciclónicos. Atwel ya no lo podría volver a recordar, ni siquiera volvería a verlo con sus ojos, ni lo tocaría con sus manos. Sus sentidos comenzarían a borrarse, lentamente, como los miles de aguaceros que un día vió y pudo tocar, y como los cientos de soles que posaron en su piel, y que multiplicaron su energía. Todo lo que un día Atwel había visto, y lo que las etapas de la vida crearon en su sangre, las heridas del clima lo destruirían por completo, hasta volverse tierra. La tarde del martes, un ciclón de categoría 5 arrasó aquella isla del Atlántico, y se llevó la vida de Atwel, junto a cientos de árboles más del manglar.

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