Chipre
¿Dónde ocurre la primera vez? En un campo de Chipre alejado de la capital, cerca del mar de violetas y arándanos que crecen cerca. El hombre se hace manto y luego luna, lo envuelven destellos de luz blanca. Sus manos se vuelven magras y sus ojos, tiernos y apagados por el ocaso de un existir, se dejan llevar por el ánimo de un aire tímido, y por un fugaz y premonitorio despertar, y descansan al fin, a la sombra de un largo desvarío de imágenes cansadas y aglutinadas. En la escena, resalta el pálido azul de los cielos y la acéfala visión de paraíso. Un leve sonido retraído de especies, hiere el cosmos que está cerca de él. Su mirada duerme, su rostro empalidece, deja de fluir en el limbo y viaja astralmente. Se convence de que Chipre es solo un país en el hemisferio boreal, un lugar lejano en el continente, un fragmento del globo terráqueo, un punto distante sin brillo de una galaxia menor. El hombre convence a sus sueños que ha de observarse a sí mismo, y sus sueños, desidiosos, ingrávidos, impropios, lo dejan ser feliz por un momento. Regresa a su inconsciente, redescubre esquirlas del pasado, viaja a su propia mente en ondas delta, y el páramo de espacios se cubre poco a poco de visiones nobles, transparentes, que a medida que recorren el desierto, en su cerebro se duplican: cada vez son más y más. Está buscando algo que lo guie. Observa tantas imágenes gastadas, tantas otras abandonadas; redescubre nuevos colores pasteles en algunas, viejos retazos olvidados en otras, y fusiona varias para revisar en un futuro. Selecciona así, determinadas fotografías que marcan fragmentos de su vida: los días primarios de África, la velocidad del viento en San Antonio Oeste, y la Ruta 3 hacia Ushuaia. Las tres fotos hablan de momentos imborrables, pero solo debe quedar una al final, y el cuerpo comienza a ceder en la modulación de las ondas. Las imágenes se hacen algo difusas, el ritmo cardíaco aumenta, y el estado de trance comienza a disolverse. Aun así, el hombre mantiene una pequeña conexión con su universo propio, y elige por fin la imagen. Las otras dos, formaran parte de momentos a redescubrir. Solo hay una finalista. La foto se archiva nuevamente en el inconsciente, y será analizada, una vez que el estado de trance abandone el ser. Cede ante los malestares que causa el cambio de energías, y descubre el denso aire. Sus ojos aún no se abren, y sus manos se encuentran debajo de su cabeza. Siente frio, y a la vez sábanas que lo cubren. Siente el movimiento de las cosas, nota que su cuerpo comienza a temblar. La imagen vuelve a su cabeza, esta vez reorganizando datos, y comienza un testeo de la situación que comienza con una pregunta: ¿aún duermes?
Comentarios
Publicar un comentario