Papúa (Capítulo 4)
Las horas son incomprensibles. He decidido dormir más tiempo del necesario. Compré unas pastillas para poder dormir, e intentaré buscarla. Hace más de dos noches que no veo Bougainville. Los papúes me hablan de algo que es necesario hacer, de una suerte de ceremonia. Les pregunto sobre ella y ni siquiera la conocen. Mi desesperación es inmensa, necesito verla. Tomé una sola pastilla, me dijeron que el efecto es muy fuerte; aún deben ser las siete de la tarde en Nueva Delhi. Me duermo al instante. Nada es similar a lo anterior, no estoy ni en Bougainville ni en aquella isla nueva, debe ser un sitio nuevo. Se ve el cauce de un río, y demasiada selva, ni siquiera se ve la playa. Sigo caminando por la selva y me encuentro dos papúes que me invitan a seguirlos. En una de sus casas está ella. Les pregunto qué sucede y hacia donde vamos. Ninguno me contesta. Veo difusamente la ventana de mi cuarto, con el sol filtrándose por las hendijas, la imagen va y viene. Sigo conversando con ella, me habla de la ceremonia, de nuestra vida en Delhi, de nuestros hijos y el porvenir. Despierto. Un mensaje en el celular, me avisa que ya tengo mi pasaje a la isla. Viajaré mañana.
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