El anotador


En cierto lugar de las montañas chinas, se halla el anotador más longevo de la modernidad. Tiene entre sus más de quinientas hojas, la historia de tres dinastías, los datos poblacionales de casi tres generaciones de habitantes, y el detalle acérrimo de los cambios de temperatura de la ciudad. Sus más de trescientas mil líneas escritas a mano, llevan el registro de un sinnúmero de acontecimientos, vitales para la sostenibilidad de la ciudad. Han trabajado, y lo hacen actualmente, más de doce mil escribas, preparados durante años para el arte del anotador. No pueden olvidárseles ni el minúsculo giro de la pluma al diseñar las letras. Todo depende de la escritura. Si algo no se escribe entre sus hojas, o tiene una imperfección en su arte, el suceso escrito afectará directamente su desarrollo. Por eso, cada día y en cada momento, todo se escribe en el anotador, para el bien de la comunidad y su porvenir. No todos conocen la existencia del anotador, solo un grupo de personas, fieles al arte en cuestión. Le dicen los magos de las letras, ya que, de la pluma de sus manos, surgen los caracteres de la vida y los bocetos de los días. Pocas personas en aquella ciudad, conocen que el delíneo de las cosas del futuro, se encuentra en las huellas de tinta de un anotador, y en la magia de sus trazos.

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