El turista


El turista tomó su visa y se marchó. No le avisó a nadie a dónde iría. Con los pocos sueños que había en su maleta, venció el miedo, y cruzó la frontera. No había nadie esperándolo del otro lado. Solo sus certezas de una vida mejor. El poco dinero de sus bolsillos debía alcanzar para varios meses, hasta que al fin pudiera regresar nuevamente a su país. En su mente, las dudas se mezclaban todo el tiempo: ¿Cómo hacer para seguir? ¿A quién ver cuándo no haya fuerzas? ¿Cómo evitar el pasado? ¿Qué hacer frente al dolor? Sin embargo, necesitaba tener esperanza, no podía permitirse sentir miedo, aunque en el fondo, la incertidumbre lo agotara lentamente.
Después de varios días, llego al paraje. Dejó sus maletas, y evitó una vez más el recuerdo. Unos pocos billetes se canjearían por comida y alojamiento. Luego, a esperar el cambio de suerte. Por la ventana, el invierno avanzaba rápidamente, y los próximos días se perfilaban sombríos y amargos. Sin embargo, no podía abandonar la meta.
El tercer mes llegó pronto. Una carta con detalles del futuro lo dejaría todo más claro. Evitaría el stress, negociaría con su inconsciente, y sortearía el miedo durante los próximos dos años, mientras la rutina contendría el recuerdo de una vida anterior.

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