Escribiendo

La noche me encuentra, escribiendo unas cuantas servilletas en un bar irlandés del Siglo XIX. Me encuentra herido, bebiendo alcohol, matizando la pena con el dolor de la pluma sobre el lienzo. Me encuentra dejando Polonia en una situación hostil, dejando de ser alguien en una guerra civil interna. Me encuentra todo el tiempo entre escrituras, en tanta noche que termina en alba, en tantas personas que me vieron llegar cada madrugada. Y también, me encuentra escribiendo sobre un hombre, en un bar de Irlanda, tomando la misma cerveza, viendo el sombrío mar que separa las islas, abandonando la luz primordial, y observando la luz de la luna, entre fragmentos de nubes que se esfuman.
En todas esas noches, dejo de ser yo, y entro en un mundo distinto; borro las líneas de la calle, elimino las luces del bar, cambio los faroles de las aceras, y destiño los colores. Ayer fui Jobim Picton, en una casa del Siglo XV, en la antigua Londres. Hace dos semanas fui Catellier en la Italia de principios del 1900, y hoy Lacroux en la París de la Revolución Francesa.
Fui todas esas personas en un algún tiempo, y las escribía a diario en los papeles del bar, porque mi alma las recordaba; y el sentimiento era tal, que podía percibir no estar en Irlanda, y viajar a todas esas ciudades en esos momentos. Podía dejar la piel y habitar otro cuerpo, y sentir que tocaba las cosas que existieron tiempo atrás.
Hace tiempo que no vivo otras vidas, sin embargo, aun continúo escribiendo en aquel bar irlandés.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El final

Campos

Maldivas

Papúa (Capítulo 1)

El sueño