Viajes

Había, creo, dos o tres formaciones rocosas. Una de ellas, apuntaba en dirección al sudeste. Más allá, solo pequeños fragmentos de piedra, en el oasis verde y marrón del paisaje. No se podía vislumbrar más nada. Recuerdo llegar con frecuencia a ese paraje, quizás más de lo acostumbrado, pero no recuerdo haberme quedado más de cinco o seis horas. No había nada más que verde y tierra. Incluso, y a pesar de que podía caminarlo íntegro en ese lapso de tiempo, nunca hallé la piedra azul de la que hablaban. Tampoco era que fuese necesario encontrarla, todos quería hacerlo, pero nadie la hallaba. La última vez que pasé por aquel sitio, encontré una piedra de color violeta, que cambiaba constantemente de color. Pensé que era un efecto de la luz, pero no era así, era una piedra mutable. Quise llevarla conmigo, aunque era inútil traerla; sin embargo, no pude levantarla. Todos vieron el reflejo de colores sobre la pantalla, y me insistieron que la levante, moviéndome el cuerpo. Apenas podía sentirlo. Evité el esfuerzo de la piedra y me desconecté de inmediato. Es increíble lo fácil que se puede viajar con este sistema de realidad teletransportada. Tal vez no falte mucho para poder traer las piedras. Mientras tanto, continuaré con el próximo viaje programado.

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