El desvío
El desvío no parecía ser la alternativa, aun así, tomaron el camino más largo. Eran más de doce horas hasta la próxima ciudad. Cuando llegaron no había nada, ni siquiera el aliciente, de que encontrarían apenas un rastro de lo sucedido. Sin embargo, el desvío había sido lo más acertado. Volvieron a buscar intensamente, una y otra vez, mientras las luces del sol se apagaban lentamente. No obstante, todo fue en vano: habían perdido lo último que les quedaba. Podrían haberse quedado horas y horas buscándolo, ya no lo volverían a ver nuevamente. Regresaron por el mismo camino, doce horas hasta el desvío, y de allí cuatro horas más hasta el centro.
En llanto, se sentaron en el sofá y prendieron la tele. No se escuchaba hablar más de lo ocurrido. Se miraron y se abrazaron fuertemente, pensando que el dolor es un pasado constante en un futuro incierto.

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