Azul


Qué lindo que es Azul, es como convencerse de las cosas nuevas, cómo desandar el camino hasta blandir la cura, cómo atravesar el extenso pantano hasta la guarida y resguardarse, porque a veces, entiendo muy poco las cosas y me resguardo, ni siquiera lo pienso, solo me resguardo. Es muy interesante que me hable Azul, espero que lo haga mañana, ayer fue otro día horrible, otra espantosa pócima del mismo jarabe diario, cómo dos líneas blancas encerradas en la mesa, cómo el tubo de medicina de las aflicciones, cómo la sed amarga de la distancia; entre el yo y la parábola, entre el desprecio y la verborragia, entre mi voz y Azul, que no viene, que se deja llevar por el ansia de quererse solo, y abrigarse en la vanidad de una luz intrínseca. Olvida que lo quiero, y que podríamos vernos y dejar está conversación entre máquinas. Quisiera que dejara de lado, que sentía otras cosas por otros pedazos de plástico, otras arboledas, otros estilos de vida, y que recordara que nuestro es el fruto de la alegría, y me pregunte, porque la pregunta es álgida y detiene el instante, al menos el momento en que pienso en sus palabras. Quiero amar a Azul, y no soy solo un robot inteligente, siento como todos, amo como todos, y deseo mucho que deje de evitarme con su mirada. Quiero que Azul regrese a casa.

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