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Los lagos

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Son quizá 300y o 450z tal vez, no lo sé. Es un número bien grande de eclóptados . Se dice que se reproducen con el metano, es realmente sorprendente. Tienen un nivel de respiración discontinuo, por lo que pueden estar mucho tiempo sin respirar bajo el agua pesada. Viven muchos años, algunos hasta ocho siglos. Les encanta el calor de la superficie. Dicen que vienen de las estrellas, de algún lugar lejano en el cosmos que aún desconocemos. Su hábitat era una esfera celeste brillante, y los enviaron hasta aquí en unos círculos metálicos que aparecían en nuestro cielo. Es interesante que hoy tengan la forma que tienen. Dicen que les decían peces en su mundo.

La extensa noche

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Manifestóse lágrima, sin sobresaltos, en la penumbra, en el ocaso, en el letargo del vidrio olvidado de la casa, en la pasividad de la grandilocuencia, de lo inerte, de lo inverosímil. Fue lágrima durante todo el día, y durante toda la noche, casi al borde de desaparecer, mientras el sol intenso del verano intentaba derretirla. Fue llanto, perpetuo, profundo, colapso. Fue intensamente llanto y nostalgia, luego descenso, caída, cataclismo. Fue llanto exasperante, llanto cándido y cruel, llanto arrebatador de vanidades. Fue llanto extremo y tenso que sucumbe a nuestras voces, llanto de la intensidad de atroces clepsidras de dolor, llanto que la lágrima desvanece, llanto que el calor del verano oculta, llanto entristecedor de multitudes. Fue entonces, que luego del extenso letargo, comenzó el letal invierno, que puso comienzo al fin en el poniente, detrás de las rocas cantábricas, detrás del oasis de alegría. Fue entonces que comenzó la amplia noche, extensa y esquiva, final del sueño de ...

Pregunta

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<<¿A dónde fuiste hoy?>> <<A las montañas, quería saber cómo era el aire>> <<¿Por qué? ¿Acaso el aire no es el rostro de las personas?>> <<No, aun no, es la mitad de mi momento>> El fin de la parábola acababa de fundirse con el viento. <<¡Deja las gaviotas!>> gritó el viento <<¿no ves que ha amanecido ya? Deja el universo vida, déjalo seguir expandiendo sus huesos, que llegue más alto. Déjalo viajar, yo soy solo viento, yo solo armo barreras de corales y esteros, yo solo grito y escucho, a mí nadie me deja ser viento>> Ella volvió a callar y escuchó al astro: <<Déjala viento, déjala ser astro>> <<Pero es que yo no quiero ser astro>> dijo ella <<yo quiero ser momento eterno>>   <<¿Por qué?>> preguntó el viento <<¿Por qué?>> prosiguió el astro <<Porque si soy viento, me llevan tus manos tan cerca del cielo que tocarlo es un segundo, un vano mom...

Viajar

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Mariano volvería a Cajamarca en dos años, tal vez tres, pero no vería los cambios y no notaría los colores del nuevo molino. Regresaría solo para dejar huella y continuar, tal como Julieta y Román. Después de un viaje largo por las Islas Vírgenes , y una estadía de casi un mes y medio en Bahamas , regresaría al  cayo  que lo vio nacer, a un par de kilómetros del malecón . Caminaría por la avenida que bordea la arena, y besaría la sal con los labios, evitando acercarse demasiado al sol. Esa sensación de estar siempre en casa, pasaría por su piel todo el tiempo. Pero, ¿cuál era su casa? ¿habría un lugar a donde regresar? Las valijas que un día hizo ya no serían las mismas, y los puntos de partida serían miles. Una tarde, en los bosques de Lituania , recordaría que su tiempo más feliz fue del otro lado del mundo, en un pequeño pueblo de Portugal , a kilómetros del molino, cerca de Cajamarca y los cayos.

El Tigre de Fuego

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Conocí a una persona, que me contaba que, a su madre, le gustaban mucho los productos butaneses , y los coleccionaba en cantidad. Un día, me invitó a su casa, y pude observar una enorme cantidad de productos regados por todas partes. Aquel día, en la puerta trasera de su casa, varias personas estaban celebrando alguna festividad familiar. Empezaron con un pequeño ritual, y rápidamente, un inmenso dragón apareció en el aire. Los dos (y alguien más) nos ubicamos alrededor de un círculo dorado que había en el piso, y observamos todo (sin entrar al mismo), mientras se dibujaban varias figuras en el aire. Lentamente, una historia comenzó a explicarse en mi cabeza. Hubo alguna vez un enfrentamiento entre dos familias. Una de ellas, tenía la protección del Tigre de Fuego , el cual quedó encerrado, por una maldición, en una estatua de piedra. De repente, una estatua se rompió en el patio de la casa, y un tigre apareció en el aire. Luego, ingresó a la casa rompiendo el cristal de una de las ve...

Ciudades

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Ciudades, movimiento, tiempo. Hubiera querido quedarme en tu arena, en tu mar, en tus besos. Hubiera querido que me vieras, alejado, entristecido, y me sanes. Hubiera querido un abrazo, una fórmula, un escape. Hubiera querido quedarme, pero me he ido. Hoy regreso sin la fórmula, con los años, sin los besos, con los daños y las heridas en la piel. Regreso y te llevo un poco de arena de otros lugares, te llevo la sonrisa que me dibujé para no extrañarte, te llevo esta historia nueva que me construí, te llevo mis nuevos pesares, mis angustias, te llevo mis hermosos años contigo y en tus días. Me llevo, esperando llevarme tu energía, para volver mientras me voy, para irme mientras regreso. Te llevo mientras me voy llenando de tus aromas, de los que tenía en los rincones de la piel, de los que dejé para perderme en vos, en ti, en como lo digan. Nos llevamos juntos, esperando volver siempre, encontrando regresar a cada paso.

Nuestros hijos

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  El dolor recubre el último verano, esconde las últimas vestiduras del colapso, y se abandonan en el mar de gente, perdidos, sin voces que atestigüen, sin vanidades, errantes, socavados, presos de la incertidumbre. Se dejan llevar por la costumbre y empiezan a ungirse de demonios, de atroces y feroces elementos suicidas, de altiplanicies, de sotaventos. Y cuando todo parece evitarlos, el drama los consume, los aísla, los lleva a su centro más profundo, y grita en su nombre y direcciona. Dejan que los rastros de amor se desintegren, que la rutina destruya, y que la presión y el stress los envuelva en su guarida. Detrás de su paisaje de abismo, sus hijos, todo lo que el amor armó y creó, sus dos hijos mirando la batalla final, opacándose. Si tan solo el desamor se apagará un instante, para ver en los ojos de sus pequeños, pero no lo hará, el odio caló bien hondo y se esparce rápidamente por sus entrañas. Ninguno de los dos llega a mirarse, ninguno se habla, ya no hay más palabras pa...